De los nombres curiosos que aparecen en la geografía trujillana quizás el mas curioso lo lleva el del municipio Pampán, el cual, algunos desconocedores de su proveniencia, lo caracteriza, broma, como el pueblo de los “dos tiros”, pero no es así.
Fragmento del libro "Origenes trujillanos" de Amilcar Fonseca.
Trujillo, en ese deambular como “Ciudad Portátil” estaba para 1569 en el valle que hoy ocupa la población de Pampán. Llegó allí ya que los trujillanos venían asediados por las inclemencias de la topografía, de los animales y por las rivalidades que existían entre los mismos conquistadores. Dice el cronista de Indias Oviedo Y Baños que dejaron el sitio de la hormiga, cerca del rio Motatán, en el Jobal de Peraza, porque:
“No pudiendo conseguir logros de la cementeras por la gran plaga de hormigas que las destruía, ni multiplico en los ganados, por el menos cabo que le ocasionan los tigres no les fue posible permanecer muchos días (…), cargaron con la ciudad a otro lugar más incomodado, cuatros leguas más abajo del mismo rio, en el centro de una montaña tan áspera, húmeda y poblada de mosquito, hormigas, tigres y otras sabandijas que perseguidos de tanta calamidad, blasfemaban de sus discordias”
Se estacionaron en Pampán para luego, en 1570, asentarse definitivamente en la actual capital trujillana. Aun cuando el valle de Pampán era inclemente, en esa época, la región representó para los conquistadores, que después la obtuvieron en calidad de encomienda, una rica zona productiva. No solo fue beneficiosa por la capacidad agrícola que poseía sino por que en esos lugares habitaban varias parcialidades indígenas que entrarían en calidad de vasallos del rey a trabajar en función del encomendero: las parcialidades indígenas de mucuches y monay.
Pues bien, esta rica zona se convirtió en una inmensa y rica hacienda o un hato grande cuya abundante producción fue la que sirvió de fundamento para darle el nombre al actual municipio de Pampán.
Amilcar Fonseca nos dice que la tradición venia definiendo el producto, que salía de esa gran hacienda de dos maneras: la producción que cubría el consumo natural, interno de la hacienda; que servía para satisfacer la necesidad de alimentación y vestido de los moradores de la misma, “las que diesen del fruto dos veces al año despues de sembradas”, es decir, la que producía el pan para consumir en la hacienda se consideraba “pan coger” (sic); y la producción, o el pan, que, una vez satisfecha la demanda interna, quedaba como sobrante o excedente y el cual servía para sacarlo o y someterlo a la venta o al trueque era considerado “pan llevar”, es decir, “las propias de caña, cacao, ganados y otros frutos menores”.
De esa manera los conquistadores apreciando la riqueza que de ella provenía empezaron a caracterizarla como una tierra “que acá y allá se multiplicaban a manos llenas cualesquier semillas; hubieron de nombrar las tierras de ambos panes o pan pan”. Así quedo como fuerza de costumbre hasta que se hace oficial, la cual unida, con <m>, hoy se llama Pampán.
Y como aledaño otra hacienda que también producía el doble pan y para diferenciarla, se le llamo Pampanito. Según comenta el mismo Fonseca, que “estando pampanito en las propias condiciones, querrían decir, pan pan dos, e hito, que en todo léxico español significa unido” (pan-pan-hito: pampanito)
Fragmento del libro "Origenes trujillanos" de Amilcar Fonseca.
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