5 mitos que debes conocer de los Momoy



Por Angélica Da Silva

El momoy es hoy en día un símbolo de identidad regional para Trujillo. La imagen de esta figura ha sido influenciada por valores modernos como el ecologismo, la artesanía y la escritura. 

Las primeras referencias están en los registros que hicieran en los años sesenta del siglo pasado los escritores Lourdes Dubuc y José María Batista, quienes plasmaron por escritos algunos relatos recopilados en las áreas rurales de Boconó durante esos años.

“Encanto” es uno de los atributos del estado, y quien visita Boconó ha de conocer o al menos saber de estos hombrecitos que según la creencia popular tienen las siguientes características:

Son los espíritus de las aguas:



La Laguna de Los Cedros es una de sus estancias. Gráfica: Tierra de Gracia.
También llamados “amos del agua”, aunque en ocasiones se encuentran entre los bosques y en el fondo de la tierra, motivo por el cual los agricultores les guardan un profundo respeto. 

Se presume de su presencia en la entrada de la ciudad de Trujillo el cerro Tucutucu, en los ríos y lagunas de Boconó y en las cierras y páramos andinos.

Los guardabosques comentan que aquellos visitantes que arrojan desperdicios a las aguas son perseguidos y maltratados por los momoyes enfurecidos.

En la actualidad se representa con aspecto humano:



Un hombre de baja estatura, barbudo y con sombrero. Viven en sociedad, muy parecida a la de los campesinos: se visten de liquilique, tocan música, siembran, crían animales, etc. 

Se enamoran y secuestran:



Se llevan a los animales y a las personas de las cuales se “enamoran”, algunas veces le “roban” la mitad del espíritu y las “dejan bobas” durante toda su vida.

Hay más machos que hembras:



Supuestamente por la escasez de momoyas es que secuentran a las mujeres.

La mayoría de las veces se representa de forma masculina: apariencia de hombre barbudo y pequeño. Aunque algunos hablan de “momoyas” o “mujercitas”, estas son muy hermosas, enamoran a los hombres para llevárselos. 

La tradición oral también las considera parejas del momoy “macho”. Y hay quienes cuentan que por la falta de mujeres los momoyes se enamoran de humanas.

Pueden causar enfermedades:



Causan enfermedades a los seres humanos, los dejan “bobos” y les provocan llagas en la piel. En ocasiones “muerden” a las personas para dejarlas “mancas” para toda la vida.


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