Conozca la parte olvidada de la Batalla de Niquitao




Por Gustavo Bencomo.

Siempre que visites un pueblo trujillano, puede ser en nuestros campos o incluso en la ciudad, no hay mejor lugar para conocer sus historias que en las plazas Bolívar, pues estas son el lugar donde retozan quienes son esos libros de carne y hueso llenos de vivencias y relatos que la historia no les ha dado cabida en los libros. Ahora bien, hablaremos de un hecho importante que ocurrió en un pueblito de nuestra serranía y que solo sus habitantes lo cuentan de otra manera.

Esta es una historia corta que un día escuche, pues al parecer no hay ningún libro donde la pueda leer. Es un relato contado desde lo más profundo de las memorias de un pueblo que fue escenario de las luchas independentistas por nuestro país, es un cuento que va agarrando forma en las palabras de esos libros vivientes que tenemos en los pueblos trujillanos; nuestros abuelos. Es por ello, que para no perder esa cultura de relatar aquellos acontecimientos que han pasado de generación en generación, traemos a ustedes esta parte de la batalla de Niquitao que tal vez pasaron por alto a la hora de escribir los hechos.

Subiendo montaña arriba por los lados de Boconó, específicamente a  25 kilómetros se encuentra el pueblo que esta incrustado en el himno del estado Trujillo, debido a que para nosotros y el país entero “Niquitao en la historia es valor”,  pues en este hermoso lugar encerrado en la magia de los páramos de la cordillera andina sucedió una batalla que marco el paso de los libertadores por nuestro estado o mejor dicho, les abrió camino para continuar con su cometido que era la independencia de Venezuela.

Así lo cuentan los ancianos del pueblo, quienes dicen que por allá en 1813 ya para amanecer un 2 de julio, las tropas estaban en posición, el enemigo se encontraba a una legua de Niquitao en la población de la Vega.

Las avanzadas del ejército patriota, a su vez, van a reconocer las posiciones de combate del enemigo, y se colocan en sitios estratégicos. Con Ribas a la cabeza, la división marcha con el orden debido, y a las nueve de la mañana se avisa al ejército contrario, compuesto de ochocientos hombres bien armados.

Unos minutos más tarde comienza el combate por allá en el caserío de Tirindí de Niquitao y en medio del fuego vivísimo de los realistas, que sostenían su formidable posición, aunque ello no era obstáculos para que por la impavidez de las tropas patriotas siempre se ganase terreno hasta el punto de estar casi frente a frente, lo que se hubiera realizado si no es porque el enemigo abandona los primeros puntos que tenía tomados y se retira a ocupar posiciones que le permitieron el avance y triunfo al ejército liberador dirigido por José Félix Ribas y Rafael Urdaneta.  

Lo que los libros no nos contaron:

Ahora bien, es aquí donde cambia la historia y nace una incógnita ¿Por qué si los enemigos eran más se retiraron a ocupar otras posiciones si iban ganando? Para ello y aclarar la duda, uno de estos viejitos que encontramos en los pueblos nos cuenta que; en ese momento cuando el enemigo avanzaba a tal punto de casi encontrarse frente a frente con el batallón de nuestros libertadores, quienes iban perdiendo, se vieron muchas luces que venían a lo lejos por lo cual el batallón español comenzó a retroceder. Aquello que suponía era un ejército de personas con antorchas que venían en apoyo a los patriotas, no era más que un grupo de habitantes del pueblo que andaban en una procesión (posiblemente de San Isidro patrono del lugar) por las cercanías de Tirindí donde se libraba la batalla.

De inmediato el sacerdote que dirigía la caminata al ver que comenzaron a retirarse las fuerzas enemigas, empezó a dar vueltas en círculos para simular que era un gran ejército que venía en apoyo de Ribas y Urdaneta y así poder seguir asustando a la contraparte para que fuera retrocediendo dándole espacio y permitiendo así el triunfo del ejercito libertador.

Tal vez esto nunca paso o por lo contrario los historiadores obviaron esta parte, la cual fue crucial en la batalla, pero lo cierto es que este es un relato que circula en la idiosincrasia de quienes ahora viven en el pueblo donde se libró la pelea, que al pasar del tiempo ha rondado por muchas generaciones; unas las han difundido y otras se las quedaron para no compartirla. Es por esto que es importante multiplicar este tipo de historias que no es más que una pieza valiosa en nuestro ADN cultural y que por consecuente no debemos dejarlo en el olvido.

Así como esta historia hay muchas más que han enriquecido el acervo cultural de nuestro querido terruño Trujillo y que unas cuantas han quedado excluidas de nuestra historia local. Por eso es que tomo la frase de un programa de televisión muy famoso, “estos son cuentos de mi tierra esperando por ti”.


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4 Comentarios

  1. Buenas noches, esa prosecion estuvo a cargo de Pbro. José Ricardo Gamboa, quién llevaba la imagen de San Bernabé Patrono del pueblo de Niquitao, esta imagen fue donada por el cacique Bartolomé de las Casas (aún se conserva l imagen), en fin si hubo prosecion pero fue de San Bernabé.

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  2. Gracias por tan importante aporte a nuestro legado histórico.
    Ciertamente en las plazas Bolívar sucede eso. En una oportunidad visitando Carache, con la familia nos sentamos en su plaza Bolívar y se nos acercó un Señor mayor, quien no relató que en una oportunidad en dicho lugar acamparon las tropas de Morillo y en otra oportunidad las del Libertador Simón Bolívar. También habló de los preparativos para la reunión y firma del armisticio en Santa Ana.
    Ese fin de semana dormimos en una casona colonial, donde según la historia también se alojó Morillo. Saludos cordiales

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